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A su llegada a Sevilla en 1945, el joven Catedrático de Dibujo del Natural de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla formaba parte de la llamada Joven Escuela Madrileña y había ganado la Cátedra para la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, entre otros ejercicios, con un dibujo titulado Figuras en reposo de extraordinaria fuerza y plasticidad.
Como afirma Viribay Abad, en Aguilera “no solo había cabeza; también había una mano capaz de responder con sobrada destreza a lo pensado, que no era otra cosa que desplazar la amable mirada dieciochesca del costumbrismo andaluz e hispalense hacia otro territorio de modernidad más real y descarnado” [Viribay 1: 28].